Si el espectro de luz fuera una regla, sería una de tal tamaño que llegaría de la Tierra al sol. Ahora, con esa reglota en mente, pensá en esto: El rango que el ojo humano puede ver (de todo ese espectro de luz) sería sólo de unas siete pulgadas. El Infrarrojo, el Ultravioleta, los Rayos Gama y los Rayos X son sólo unos cuantos de todos los rangos del espectro de luz que nuestros ojos no pueden ver.
De una forma muy real podemos decir que, en cuanto a nuestros ojos, hay mucho más en el rango invisible que en el visible.
EL PÉNDULO
Si nos vamos al plano espiritual de la vida, el simil de la luz sigue siendo útil: Hay más en lo “invisible” que en lo “visible”. Y el Espíritu Santo se mueve, incluso en las páginas de la Biblia, en el lado que no podemos percibir de forma “natural” (Juan 14:17).
Es más, la persona del Espíritu Santo es tan misteriosa que la gran mayoría del pueblo cristiano se ha posicionado en uno de los dos lados de un péndulo de comportamiento: En un extremo tenemos a quienes, por miedo o algún otro motivo, deciden no tener nada que ver con el Espíritu y cierran sus ojos a todo lo que tenga que ver con ese “ser”, y en el otro extremo tenemos a quienes convierten al Espíritu en el centro de todo (incluso del Evangelio), llegando a darle, si es posible, más preponderancia que al mismo Jesucristo.
Ninguno de los dos extremos hablan del Espíritu en sí, sino de nuestras reacciones y posturas hacia él.
Ahora bien… ¿qué tal si, en lugar de enfocarnos en nuestras reacciones (y defenderlas a capa y espada), tratamos de entender al Espíritu en sí? Pero antes de estudiar los “poderes”, deberíamos entender el poder de su presencia, ya que para desatar sus poderes, primero debemos tenerlo a él.
EL VIENTO
La palabra hebrea que se traduce como “espíritu” en la Biblia es Ruakj y significa aire, viento, aliento de vida, exhalación violenta, golpe de viento, espíritu. Asimismo, la palabra griega que se traduce como “espíritu” es Pneuma, que significa lo mismo que Ruakj.
Así es: Viento.
Y el viento es invisible ¿cierto?
Vemos los efectos del viento sobre los objetos o las personas, pero no vemos el viento en sí y la Biblia nos dice que el Espíritu es tan real, tan libre, tan invisible y tan presente como el aire que respiramos.
Pero si el Espíritu es tan “fácil” de encontrar en nuestras vidas como el aire… ¿Por qué hay tanta gente viviendo una vida sin el poder de ese Espíritu? Bueno, al final de todas las posibles razones, todo se resume a una de estas dos:
A) Muchos nos saben que existe el Espíritu Santo:
¿Te ha pasado que has querido hacer cierta reparación pero por mucho tiempo no lo has logrado porque no tenés la herramienta necesaria? ¿Y te ha pasado que –un buen día– alguien te dice que eso que tenés ahí en el fondo de tu caja de herramientas es la herramienta que se usa para la reparación que no has podido hacer… pero simplemente no sabías que esa herramienta era la herramienta que necesitabas?
¡La tuviste al alcance de tu mano todo el tiempo pero no lo sabías!
B) Muchos se resisten al Espíritu Santo:
Ahora bien, si he estado en la primera opción, es seguro que me he sentido un tonto, pero si luego de saber la verdad, me resisto a usar la herramienta correcta… bueno… ¿qué se puede decir de mí?
Y bien, quizá al principio creás que la mayoría de nosotros nos movemos en una de las dos razones, pero la verdad es que, cuando se trata del Espíritu Santo, la mayoría de personas nos movemos en ambas razones: A veces no sabemos la verdad y a veces la sabemos pero nos resistimos a ella.
LA PRESENCIA LO CAMBIA TODO
Digamos que ya sé que existe el Espíritu Santo y que estoy abierto a que su presencia se note en mi vida… ¿cómo se nota esa Presencia?
Una gran parte del pueblo cristiano se inclina por dos formas de “demostración”: El hablar en lenguas y el hacer sanidades. Al igual que con la luz, esto es tanto como ver sólo dos colores del arco iris y afirmar que esa porción del rango visible del espectro de luz es todo el espectro luz que existe.
La verdad es que la presencia del Espíritu Santo se nota en la vida del cristiano y no necesariamente por los dones, poderes o manifestaciones fantásticas frente a cientos o miles de personas, sino en la transformación y santificación constante de la vida diaria.
1) El Espíritu te consuela (Juan 14:16)
Cuando eras niño y te golpeabas la rodilla, la sola presencia de tu mamá o tu abuela, hacía que el dolor comenzara a irse. ¿Te acordás?
Cuando el Espíritu del Señor está en tu vida, tenés consuelo. Los problemas siguen ahí (como parte de la vida) pero tendrás consuelo.
2) El Espíritu te guía (Juan 16:13, Isaías 30:21)
En esta vida todos necesitamos guía. Incluso en las decisiones más simples, desde niños y aún de adultos, necesitamos ayuda, necesitamos consejo y dirección.
Cuando el Espíritu Santo está en tu vida, él te va guiando como un consejero y va inclinando tu corazón hacia el camino correcto, pero no como una versión antigua de “la línea del tarot” sino a través de lo que la Biblia enseña y siembra en tu corazón.
3) El Espíritu te acusa (Juan 16:8)
La verdad es que a nadie le gusta sentirse acusado y casi a nadie le gusta predicar sobre esta “atribución laboral” del Espíritu Santo pues nos gusta más la caricatura de la palomita blanca que sólo nos da lo que queremos y nos ayuda a parar de sufrir.
Pues bien, cuando el Espíritu está en tu vida, no podés seguir pecando sin sentirte mal, es decir, ya no podés disfrutar tranquilamente de todo lo que antes disfrutabas sin importarte si estaba bien hacerlo o no.
Y es en estas tres formas en que se nota la presencia del Espíritu en tu vida. Quizá no lo sabías y por eso no has visto la poderosa presencia del Espíritu de Santidad en tu vida… pero si ahora tu vida sigue sin dar muestras verdaderas de la presencia del Ruakj, serás un ejemplo de la opción B: Aquellos que se resisten a él.
PARA LLEVAR
Así como la presencia del agua cambiaría todo en Marte, así también la presencia verdadera del Espíritu (en tu vida) cambiará todo, poco a poco, paso a paso, día a día. Y más allá de lo que puedas sentir en un servicio o en una reunión (y que no tiene nada de malo sentirlo), la presencia del Espíritu, si es verdadera, debe seguir “afectándote” más allá del servicio, más allá de la cruzada de milagros y más allá del domingo.
La verdad es que, de la misma forma que en el ejemplo del espectro de luz y nuestros ojos, cuando se trata del Espíritu Santo, hay mucho más en la parte “invisible” del espectro que en la parte “visible”.
Es hora de abrir los ojos y ver más allá.