La gran mayoría de nosotros ha oído la historia de cuando Josué paró el sol y la luna (obvio que lo que paró fue la tierra, pero bueno, sigamos). Ese día el pueblo de Israel obtuvo una gran victoria sobre sus adversarios y la Biblia dice que en ese día Dios atendió a la voz de un hombre, Josué (10:14).
Lo que la gran mayoría de nosotros no sabe es la razón por la que Josué estaba en esa batalla y suponemos que había sido una orden de Dios y que por eso Dios había intervenido de forma tan milagrosa.
Pues bien, el motivo por el que Israel estaba en esa batalla es muy simple, pero inesperado: Israel estaba en esa batalla, defendiendo a los pobladores de Gabaón que fueron astutos y (días antes) se hicieron pasar por pobladores de una tierra lejana para pedirle a los Israelitas que hicieran alianza con ellos.
¿Y cuál es el problema? Bueno, los gabaonitas también debían ser conquistados por Israel y cuando se acercaron a Israel, disfrazados, y les hicieron la propuesta de un pacto, Josué NO consultó a Jehová.
Así que ahí lo tienen: Israel estaba en una batalla, defendiendo a quienes no tenían que defender, por causa de un error que cometieron: No consultar al Señor.
¿Te ha pasado eso? Seguro que sí.
Y aún ahí, aún en esa situación, si lo buscamos de todo corazón, Dios es capaz de mostrar su gloria y fidelidad, y es capaz de apoyarnos a pesar de que, por culpa nuestra, estamos metidos en ese problema.
Todo lo que tenemos que hacer es arrepentirnos y buscarlo, y él se dejará encontrar.