La orden de Josué fue clara: "Mas Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis."
¿Lo viste? Rahab era una prostituta pero al confiar en Dios, su pasado quedó atrás y no sólo se salvó y salvó a toda su familia de la destrucción de Jericó, sino que tuvo la oportunidad de comenzar de nuevo.
Entraron a la casa de la "mujer ramera" y sacaron a la "mujer". ¡Sólo a la mujer!
¡Su pasado, lo que había sido hasta ese punto, quedó enterrado bajo las ruinas de Jericó!
Y no sólo eso, Rahab terminó convirtiéndose en parte de la genealogía de Jesucristo. ¿Te imaginás eso?
Ahora, en tu vida la cosa podría sonar así: "Entren en la casa de la mujer mentirosa y rescaten de ahí a lamujer". "Entren en la casa de la mujer chismosa y rescaten de ahí a lamujer". "Entren en la casa de la mujer perezosa y rescaten de ahí a lamujer". "Entren en la casa de la mujer amargada y rescaten de ahí a lamujer".
Y para los hombres también hay: "Entren en la casa del hombre vulgar y rescaten de ahí al hombre". "Entren en la casa del hombre iracundo y rescaten de ahí al hombre". "Entren en la casa del hombre machista e inseguro y rescaten de ahí al hombre".
No importa tu pasado, no importa lo que hayás hecho, siempre tenés una oportunidad de parte de Dios para volver a empezar y no sólo de empezar, sino de empezar algo grande, algo glorioso, algo que trasciende las fronteras del tiempo y el espacio.
Dios siempre está tratando de rescatar a la mujer y al hombre que él creó en primer lugar y que sigue ahí, dentro tuyo.
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