Por ejemplo: todo cristiano, en algún momento, será tropiezo para alguien que llega a la iglesia por primera vez. El visitante quizá diga que no regresará porque no lo saludaron, o porque no le sonrieron, o porque no le gustó la forma de alabar de quien estaba a su lado, o porque le molestó que hubieran niños que le quitaban la atención. Y aunque todos los argumentos de este tipo pueden ser válidos, al final terminan siendo pretextos, pues nada de eso es razón suficiente y verdadera para alejarse de Dios. Además, sabemos por experiencia que muchas personas que visitan una iglesia por primera vez, van buscando una excusa para no volver una segunda.
Sin embargo, hoy quiero hablar de los cristianos a quienes les toca asumir el papel de "tropiezo". Esos cristianos que están del otro lado de la excusa: aquel que no cantó como el visitante quería, aquel voluntario que no saludó como la visita esperaba o aquella mamá que no logró que su hijo de 4 años se comportara como todo un señor de 40.
El hecho es este: hace unos meses, el cristiano que habría reaccionado con indignación o indiferencia, pero que hoy se duele por haber "sido" la excusa perfecta para que quien no se quiere acercar a Dios siga viviendo lejos de él... ¡Ese cristiano ha crecido!
Hoy, esa persona no es la misma persona, gracias a la obra transformadora de Dios en su vida.
Y eso es algo precioso y es suficiente motivo para celebrar.
A todos ustedes que les ha tocado vivir de "este" lado de la "excusa" y les ha dolido y se han dado a la tarea de pensar frenéticamente en la forma de solucionarlo... ¡Felicitaciones!
¡Dios los ama! ¡Sigan adelante!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.