lunes, 24 de agosto de 2009

SOBRE LA MUERTE DE MI HERMANA 1

Voy a tratar de compartir con ustedes, durantes esta semana, cinco cosas que aprendí durante los dos días de duelo tras la muerte de mi hermana mayor (Ruby).
La noche del viernes, mientras esperaba el momento en que me tocaba dirigir la alabanza durante el servicio, Virginia (mi esposa) dijo algo sobre mi hermana que me hizo escuchar la voz de Dios.
En ese momento supe que Dios quería que cantáramos una de esas canciones infantiles que se cantan en la iglesia. ¿Por qué? Porque así íbamos a celebrar la vida de una maestra que había enseñado las verdades bíblicas durante muchos años a decenas de niños.
Luego de esa canción, cantamos algo que me sanó el corazón hace tres años, cuando murió mi sobrina de 3 años de edad: Dios ha sido bueno, de Marcos Witt. Y la iglesia entera y toda la familia, comenzamos a sanar en ese instante. Entonces ¿qué fue lo que aprendí? Que lo que dice el salmista en el Salmo 42:11 no es una ridiculez. Aprendí que alabar a Dios en medio del dolor, en verdad cura el corazón. Cantar la verdad de Dios a pesar de las circunstancias, en realidad da inicio al proceso de sanación. Eso aprendí.
Es lindo cantarle a Dios cuando todo va bien, pero hacerlo cuando todo va mal, es otra historia. El poder de la alabanza a Dios es algo que sólo quien ha estado ahí puede comprender.
Así que, la próxima vez que tus circunstancias estén en contra tuya, hacé el intento. Cantale a Dios. Decile a tu alma: ¿Por qué estás triste? ¡Alabemos a Dios!

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